domingo, 22 de diciembre de 2019

Mérida en moto. Diciembre 2019.

Al ser un fin de semana largo y yo salir un día antes de viaje que el resto del grupo, mi idea es partir en dos entradas todo el viaje, en la primera mi estancia en Mérida y en la próxima entrada el resto del viaje.
Salí de Cádiz después de comer ya que la mañana la invertí en preparar las maletas de la moto y dejar a la misma lista para todo el fin de semana.
Primera parada la realicé en la venta del Pan a comprar participaciones para la cesta de navidad y tomar un café antes de seguir hasta Dos Hermanas para ver a María José.

Venta del Pan
Realizada la visita a la amiga puse rumbo a Mérida sin antes sufrir los atascos de Bellavista y del V Centenario.
El viento me acompañó desde Cádiz pero la amenaza de lluvia se hizo más firme cuando ya rodaba por la autovía de la Plata. En Calzadilla de los Barros ya tuve que parar en una gasolinera para respostar y ponerme el chubasquero, ya llovía por derecho y esa lluvia sería mi inseparable compañera de viaje hasta mi destino final.

Al mal tiempo buena cara

Listos para continuar el viaje
Después de 120km de viento y lluvia, despacito y con buena letra llegué a mi destino, el hotel estaba junto al Acueducto de los Milagros.


El hotel estaba muy bien situado y el trato del personal de recepción inmejorable, con la tarjeta de la habitación en la mano subí todos los bártulos y darme una ducha de agua bien caliente para entrar en calor y salir a cenar algo.
Me gustó una frase que había en la habitación que quiero compartir con vosotros.


Después de un húmedo paseo por el centro de la ciudad pare en la plaza de España en el kiosko la Emperatriz para cenar de tapas y volver al hotel a descansar. El kiosco es totalmente recomendable tanto por calidad como a la hora de pagar.

Ayuntamiento de Mérida



Ya cenado deshice el camino desde la plaza de España hasta el hotel, al día siguiente tendría que caminar bastante y hacer algún que otro kilómetro hasta Guadalupe.
A la mañana siguiente bajé a desayunar a la recepción del hotel y salí fuera a echarle un vistazo a la moto y el tiempo no prometía nada bueno.


La moto con las maletas puestas salí dirección al Acueducto de los Milagros como bien nos dice su nombre fue construido para transportar el agua desde el Embalse de Proserpina que dista a cinco kilómetros de Augusta Emérita.



Siguiente parada sería en en el Anfiteatro y en el Teatro, están juntos, así que echaría gran parte de la mañana por la zona.


El anfiteatro era un antiguo recinto donde se celebraban espectáculos de gladiadores. Fue construido en el siglo I a.C junto con el famoso teatro, lo que conforma un gran área pública de espectáculos de la capital Lusitana.
El conjunto terminó siendo abandonado en el siglo IV d.C y hasta principios del XX permaneció enterrado.





En 1993 todas las construcciones romanas de Mérida fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
El Teatro fue construido en la misma época que el Anfiteatro y abandonado tras la oficialización en el Imperio Romano de la religión cristiana, que consideraba inmorales las representaciones teatrales y las luchas de gladiadores.





El Teatro fue de demolido en parte y sepultado por tierra, dejando a la vista la parte superior de las gradas, a lo cual los emeritenses llamaron "las siete sillas".
Desde 1933 se celebra el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida.
Una vez fuera del conjunto arqueológico programé el GPS para ir hasta la población de Guadalupe y visitar su catedral pero me vi en las puertas de Cáceres, error por parte del chino y de mi persona ya que confié lo electrónico cuando me llevaba por la antigua N-630 y la dirección correcta era hacia Madrid.
De esta ciudad hay una entrada en el blog del año pasado, así que paré la moto en el centro, compré un décimo de lotería, que por cierto en el sorteo que se celebró esta mañana no tocó nada de nada, almorcé unas tapas y puse rumbo hacia los Santos de Maimona, el tito Julian ya estaba en la Venta del Alto.
Gracias a ese error mutuo del chino y de un servidor, al volver con tiempo de Cáceres, paré en el Embalse de Proserpina, como bien cité antes, abastecía y abastece a la ciudad de agua desde el siglo I a.C.



El buen estado del conservación del embalse se debe a que tras la caída del Imperio Romano, continuó abasteciendo de agua a la ciudad hasta la actualidad, usándose como zona de baño y de ocio de la población.
En 1479, en los aledaños del embalse, se libró la Batalla de la Albuera, entre tropas de Isabel la Católica y las portuguesas de Juana la Beltraneja, en la Guerra de Sucesión Castellana.
El nombre del embalse proviene de la mitología griega. Proserpina era hija de Ceres y Júpiter.
Venus para darle amor a Plutón, envió a su hijo Cupido para que acertase con una de sus flechas de amor a éste.
Proserpina estaba jugando junto con sus ninfas en el lago Pergusa, a los pies del volcán Etna cuando emergió por el cráter del mismo Plutón para enamorarse de Proserpina, raptarla y confinarla en el Hades (inframundo).
Ceres, diosa de la naturaleza y agricultura, marchó por todo el mundo buscando a su hija, pero lo único que logró encontrar fue un pequeño cinturón. Enfurecida detuvo el crecimiento de frutas y verduras, cayendo una maldición sobre Sicilia.
Júpiter preocupado, envía a Mercurio a buscar a Proserpina y recatarla de las manos de Plutón. Entre todos llegan a un acuerdo, dejando Plutón marchar a Proserpina con su madre durante seis meses al año, los otros seis restantes permanecerían con él en el Hades.
La razón de la primavera es cuando Proserpina regresa con su madre y ésta decora la tierra con flores para darle la bienvenida pero en otoño la hija vuelve al Hades y la tierra pierde su colorida decoración.
La vuelta a los Santos fue directa por autovía, era inminente la lluvia y quería estar en el destino antes de que eso ocurriese.
Esa noche celebramos el cumpleaños de Jorgete y le dimos su regalo, que todo hay que decirlo, nos dio quebraderos de cabeza, cuando teníamos decidido uno, ya se lo había comprado un día antes.



La próxima entrada será el resto de la ruta todos juntos.

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